EL FIN DE LA LEY ES CRISTO (Romanos 9:30-10:4) | Pastor Carlos Goya
Para comprender la magnitud de la obra de Cristo en nuestras vidas, podemos conocer a través de esta carta a los romanos, que en el Plan establecido por Dios para salvación es necesario:
1) tener una convicción clara de nuestro pecado al examinar cuan pecadores somos ante Dios, 2) creer en la obra de Cristo en la cruz donde fueron perdonados todos nuestros pecados, y 3) ser guiados por la obra del Espíritu que nos santifica porque ya no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
La magnitud de este plan redentor queda firmemente asegurado por la Palabra de Dios que NO ha fallado, según los propósitos establecidos por Dios, aunque con tristeza veamos igual que Pablo, que la nación física de Israel había rechazado a su Mesías y Redentor.
Este plan de Salvación queda expuesto por la elección que Dios ha establecido en cuanto a sus propósitos soberanos. Así, Dios escoge a Abraham, Isaac y Jacob para sus planes predeterminados.
Aunque alguien pueda dar objeciones a la elección que hace Dios, varios argumentos bíblicos demuestran que 1) Dios NO es injusto en elegir según sus propósitos soberanos, 2) Dios NO es injusto en determinar cada destino según su decreto eterno, y 3) Dios NO es injusto en salvar solo a un remanente conforme a su plan soberano.
¿Hay injusticia en Dios al elegir? No hay injusticia, pues él tiene misericordia de quien él quiera tener misericordia y compadecerse de quien él quiera compadecerse.
Como vasos de barro en sus manos, ¿quiénes somos para discutir con nuestro hacedor cuando de la misma masa imperfecta hace vasos de honra y vasos de deshonra?
Dios puede según sus propósitos llamar como pueblo suyo al que no era pueblo suyo y reconocerlos como hijos del Dios vivo.
El punto de conclusión en este capítulo noveno es que Dios muestra gracia con los gentiles y deja a la nación física de Israel endurecida en su pecado.
¿Cómo sucedió esto y que significa para nosotros?
Todo gira en torno al fin o propósito de la ley que es Cristo.
Si consideramos que el FIN DE LA LEY ES CRISTO, esto es para salvación de algunos como los gentiles y para tropiezo de otros como sucedió con la nación de Israel.