EL PECADO DE LA PROMISCUIDAD SEXUAL (1 Corintios 6:12-20) | Luis Falquez
Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
Es posible que Pablo esté citando dichos, probablemente comunes en Corinto, que se utilizaban para excusar el comportamiento inmoral.
La respuesta del apóstol sugiere que, incluso si hay un elemento de verdad en estos lemas, los corintios lo han pervertido.
Los corintios estaban repitiendo este lema para justificar su perspectiva torcida de la libertad cristiana como una licencia para pecar, particularmente en asuntos de naturaleza sexual.
Recordemos hermanos que cada paso que demos en la vida cristiana siempre tenemos que tener en mente la ley moral de Dios.
Es posible que los corintios concluyeran demasiado de lo que les había dicho, que estaban lavados, justificados y santificados, es decir, que ahora todas las cosas les eran lícitas, al menos todas las que no estaban simple y absolutamente condenadas en la palabra de Dios: el apóstol corrige su error, diciéndoles que debían tener en cuenta la conveniencia y el beneficio de los demás, cuyo descuido podría hacer que las cosas que eran en sí mismas lícitas se volvieran ilícitas.
Además, debían tener cuidado de no hacer un uso tal, incluso de las cosas lícitas, como para que los hombres estén bajo el poder de ellas, cuando se convierten en potentes tentaciones para pecar contra Dios de cualquier manera.