LA PREDICACIÓN QUE PREVALECE Y BENDICE (1 Corintios 2:1-5) | Edgar Anastacio
Hermanos los predicadores, somos llamados testigos de Dios porque anunciamos su testimonio que está en su palabra escrita.
¿Qué no es un testigo?
Un inventor, un alterador, un falsificador, el que omite y pasa por alto, el que tiene su propia postura, ese no es un testigo de Dios.
¿Qué hace un testigo?
Habla lo que se le ha sido confiado, habla lo que ha visto, habla el testimonio de su amo, un testigo es el portavoz de su amo.
A Pablo se le había confiado la revelación de Dios, a nosotros se nos confiado toda la palabra de Dios, los creyentes somos testigos de Dios.
Hermanos, los oradores, filósofos e intelectuales de Corintios no eran testigos de Dios, Pablo era un testigo de Dios; hermanos un testigo de Dios tiene la tarea de hablar en nombre de su Señor lo que aquel Señor le ha confiado para que anuncie, su mensaje, tal cual lo ha revelado a través de su palabra inspirada.
Nuestro texto de estudio es primera a los Corintios 2:1-5
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.