SEÑOR TEN COMPASIÓN DE MÍ (Marcos 10:47) | Pastor Carlos Goya


«¡Cállate!» —muchos le gritaban. Pero él gritó aún más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba cerca, comenzó a gritar una y otra vez: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».

En el tiempo en que nuestro Señor Jesucristo, proclamaba de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo el mensaje del evangelio, muchos recibieron sanidades de sus dolencias físicas. Muchas de estas personas con diferentes discapacidades, como Bartimeo, no podían ejercer un trabajo que los pudiera sustentar por lo que se dedicaban muchas veces a la mendicidad.

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