
UN SIERVO QUE ESTA BAJO OBLIGACIÓN (Romanos 1:8-17) | Pastor Carlos Goya
Cuando hacemos algo que requiere una obligación o deber, ¿Qué nos motiva a hacerlo? Y ¿estamos obligados por que recibiremos algo a cambio o lo hacemos como decimos “por amor a la camiseta”? (expresión cultural que implica hacer algo por lealtad, devoción sin esperar pago)
Cuando vemos la vida del apóstol Pablo, iniciando el estudio de Romanos, nos llama la atención la fuerte obligación impuesta que tenía en la proclamación del evangelio. El mismo se reconoce como “deudor” a griegos y no griegos, a sabios y no sabios.
Como apóstol llamado: Para esto yo fui constituido predicador y apóstol y maestro de los gentiles en fe y verdad. (1 Ti 2:7)
Como apóstol comisionado: Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada. (1Co 9:16-17)
En el mensaje anterior hicimos referencia al mensaje apostólico de Pablo para los escogidos de Dios, su carácter de siervo y apóstol llamado y enviado para proclamar la buena noticia del evangelio prometida por Dios desde la antigüedad que habla del Salvador como hombre y como Dios. Pablo se dirige a estos escogidos de Dios como: amados de Dios, llamados a ser santos y a ser de Cristo, para con gracia apostólica promover obediencia a la fe en todas partes donde este mensaje sea predicado.
Hoy siguiendo con la lectura del capítulo No. 1, versos del 8 al 17, nos enfocaremos otra vez en la vida de este siervo de Cristo, que estaba bajo obligación impuesta por el evangelio de Dios. El título de este mensaje es pues: UN SIERVO QUE ESTA BAJO OBLIGACION.
Pablo era un siervo bajo obligación impuesta para 1) la oración, 2) para afirmar sus corazones y para 3) anunciar el evangelio que habla de la Justicia de Dios por la fe.
Nuestro texto de estudio:
Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí. Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles. A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. (Romanos 1:8-15)