Un Mensaje Urgente

Un Mensaje Urgente

Empezaremos haciéndonos esta pregunta ¿Soy realmente cristiano?

Esta es una pregunta donde la mayoría de personas que asisten a una iglesia cristiana dirían con toda seguridad que “Sí” pero ¿cómo podemos estar seguros que somos cristianos?

Tristemente hoy en día se está predicando un evangelio ligero y fácil donde se les promete a las personas que, si aceptan a Cristo, Él les librará de sus problemas y les dará una vida llena de éxitos y prosperidad material es decir el cumplimiento de todos sus sueños.

Seguramente has escuchado a pastores o evangelistas diciéndole a las personas:

Ven a Cristo y él arreglará tu matrimonio,

Ven a Cristo y él mejorará tu economía,

Ven a Cristo y él prosperará tu negocio,

Ven a Cristo y él te dará una esposa,

Ven a Cristo y él te dará un empleo,

Ven a Cristo y él te dará salud, etc.

Estos están ofreciendo a Jesucristo como un salvador de problemas que está más interesado en cumplir los sueños de las personas que en salvarlas del pecado y del infierno, y no como lo que verdaderamente es: «el Salvador de pecados»

Mateo 1:21 dice: “porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. 

Y la realidad es que las personas que pasan al frente no están recibiendo al Cristo de la Biblia sino a un Cristo imaginario creado a su propia conveniencia, pues el Cristo de la biblia dice así: “SI ALGUNO QUIERE VENIR Y SER MI SEGUIDOR NIÉGUESE A SÍ MISMO, Y TOME SU CRUZ Y SÍGAME”, Mateo 16:24. 

Prácticamente lo que Jesús está diciendo es lo siguiente: si alguien quiere ser mi seguidor tiene que estar dispuesto a renunciar a sus propios sueños y entregarse por completo a mi voluntad. Y tomar la cruz de Cristo significa estar dispuesto a sufrir por el de muchas maneras, incluso en algunos casos a estar dispuestos a morir por causa de él.

Este falso evangelio es tan corrompido porque engaña a las personas diciéndoles que siempre estarán bien, prometiéndoles sanidad, éxito, bienestar y riquezas, prácticamente el cumplimiento de todos sus sueños.

¿Acaso no es exactamente lo mismo que Satanás le ofreció a Cristo cuando le dijo: “a ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos porque a mí me ha sido entregada y a quien quiero la doy, si postrado me adorares, todos serán tuyos” (Lucas 4:6)? 

Permítame decirle que los que buscan a Dios por tales cosas, están buscando exactamente lo mismo que Satanás ofrece, ellos hablan más de carros, de casas, de sanidad y de bendiciones materiales y con esto ellos demuestran que no desean a Cristo sino las cosas de este mundo. 

Ellos utilizan la Biblia y el nombre de Cristo como un medio para alcanzar y satisfacer sus ambiciones materiales y de esa forma mejorar sus vidas aquí en la tierra, sin estar dispuestos a pagar el precio que demanda seguir a Cristo, es decir, aborrecimiento, tribulaciones, persecuciones, y en otros casos hasta perder nuestra propia vida por causa de nuestro amado Salvador. 

Pero como dice la biblia en Romanos 16:18: “porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios intereses, y con suaves palabras y halagos engañan a las personas ingenuas”. 

Pero, ¿acaso no fue Cristo el que dijo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde los ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21)? 

Entonces queda claro que estos falsos maestros y sus seguidores no sirven a nuestro Señor Jesucristo sino a sus ambiciones terrenales. Ellos piensan más en las cosas de este mundo, porque son como el mundo; pero el creyente verdadero piensa más en las cosas que tienen valor eterno, y su mayor deseo es Cristo, no las cosas de este mundo.

Porque los creyentes verdaderos, aunque estamos en este mundo “no somos de este mundo” (Juan 17:16) y también se nos dice: “No améis al mundo, ni las cosas de este mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre sino del mundo” (1 de Juan 2:15-16)

Es así como entonces muchas personas que han pasado adelante en una campaña evangelística, motivadas no por buscar el perdón de sus pecados sino por mejorar sus vidas y ser libradas de sus problemas, y después de repetir una oración, el predicador enseguida las declara salvas diciéndoles que su nombre ha quedado registrado en el libro de la vida, y que, por lo tanto, han sido agregados a la familia de Dios. 

Una pregunta ¿cómo sabe él que esa persona ha sido salva, cuando la Biblia dice que al creyente se lo conoce por sus frutos no por haber repetido una oración?

Además, a esas personas ni siquiera se les predicó el verdadero evangelio y ¿cuál es el resultado que vemos después con esas personas? Vemos que sus vidas no cambian. Y algunos se los verá unos días o quizás un tiempo en la iglesia y después ni se sabrá de la vida de ellos. 

¿Por qué sucede esto? 

Porque ni siquiera se les predicó la verdad del evangelio, por lo tanto es lógico pensar que su arrepentimiento no fue verdadero. Al contrario lo que escucharon fue un mensaje de prosperidad material y una vida libre de problemas y ese fue el motivo por el cual aceptaron a Cristo según ellos. 

Es por eso que hoy en día, hay mucho pueblo evangélico engañado donde lo vemos es un arrepentimiento falso y muchos supuestamente cristianos viviendo como “diablos”, y muchos de ellos han terminado volviendo al mundo porque en realidad nunca fueron regenerados, es decir nunca nacieron de nuevo.

Es por esa razón que hoy en día las iglesias evangélicas, han perdido el respeto y la confianza de los inconversos, cumplíendose prácticamente lo que dicen las Escrituras: “El nombre de Dios es blasfemado entre los inconversos, por causa de vosotros” (Romanos 2:24).

Es decir el nombre de Cristo es puesto en vergüenza por causa de aquellos que están dentro de una iglesia, y que, sin embargo, llevan vidas impías. 

Una frase que se ha hecho muy popular en nuestros días es la del «hermano diablo», pero tal persona no existe; pues, o es hermano, o es diablo; pero no puede ser hermano y a la misma vez diablo, porque el verdadero creyente no vive como diablo, es decir el creyente verdadero no practica el pecado, y si lo práctica entonces si “es del diablo” (1 de Juan 3:8). 

La verdad es que esto ha sido de mucho tropiezo para las personas de afuera, que ven cómo la iglesia ha caído en descrédito por causa de aquellas personas. 

Es por eso que, aunque muchos hayan en algún momento aceptado supuestamente a Cristo y repetido una oración, y sin embargo ahora están viviendo como mundanos, el infierno será su destino final con toda seguridad si no se arrepienten de todo corazón, y comienzan a demostrar con una vida transformada por el evangelio, evidenciada con los frutos que produce Dios en un verdadero cristiano.

EL VERDADERO EVANGELIO DE JESUCRISTO

El evangelio significa literalmente «buenas noticias», pero para comprender verdaderamente qué tan buenas son estas noticias, debemos entender primeramente cuales son las malas, y todo empieza con saber quién es Dios.

Dios es Santo, esto significa que Él está separado totalmente del pecado, Dios no tolera el pecado, de hecho lo aborrece con todas sus fuerzas, como dice el Salmo: 

Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el mal no mora contigo. Los que se jactan no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruyes a los que hablan falsedad; el SEÑOR abomina al hombre sanguinario y engañador. (Salmos 5:4-6)

Pero también Dios es Justo y esto significa que Dios no dejará pasar por alto la maldad, es decir castigará con todo el peso de su justicia al pecado.

Si todo terminara ahí estaríamos en serios problemas y sin esperanza alguna ya que todos somos pecadores por naturaleza, hemos pecado contra Dios, hemos violado su santa ley y por lo tanto lo que merecemos es el justo castigo de Dios.

Dios ha declarado que el pecado del hombre lo condena a una eternidad en el infierno. Es en ese lugar donde el hombre paga el castigo por pecar contra un Dios santo y justo. 

Ciertamente estas serían malas noticias, si no existiera un remedio. Pero en el evangelio, también se ha manifestado el amor de Dios por los pobres pecadores, sin que Dios pueda rebajar Su santidad y Su justicia, es decir para que Dios pueda perdonar al pecador primero Su justicia tiene que ser satisfecha, alguien tiene que pagar por los pecados cometidos contra Dios y su ley. 

Es aquí entonces donde entra en escena nuestro glorioso Salvador Jesucristo, quien vino a este mundo precisamente a cumplir esa misión, y la misión era salvar al pecador de la condenación eterna, pero esa salvación exigía un costo altísimo. El costo era ocupar el lugar del pecador y morir en su lugar. Las escrituras dicen que “la paga del pecado es la muerte” y también dice que “sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados”.

Por esta razón Dios el Padre envió a su hijo a la tierra, nació del vientre de la virgen María por medio de la obra del Espíritu Santo, vivió una vida perfecta, porque Él fue la única persona que nació sin pecado, pues las escrituras dicen acerca de Él “al que no conoció pecado”. Por lo tanto, Él es, “el cordero sin tacha y sin mancha” que vino a ocupar nuestro lugar en la cruz del calvario. Entonces ¿qué fue lo que sucedió en la cruz?

Empezaré de esta forma. Dios es Santo, eso quiere decir que Dios está separado totalmente del pecado, de hecho, lo aborrece con todas sus fuerzas (Salmos 5:4-5), fue por esa razón que Dios abandonó a Cristo en la cruz (Mateo 27:46), ya que Cristo en ese momento estaba cargando con todos nuestros pecados (Isaías 53:6). 

Pero también, Dios es Justo (Salmos 7:11), y como un Dios Justo, Él no podía dejar pasar por alto los pecados y hacerse de la «vista gorda», al contrario, su justicia exige la muerte del pecador (Romanos 6:23). Es por esa razón que Cristo en la cruz, recibió toda la santa ira de Dios, es decir Dios derramó la copa de la ira en su Hijo Jesucristo, esa misma copa que estaba preparada para los pecadores (Salmos 75:8), y Cristo la bebió por nosotros hasta la última gota (Mateo 26:39). 

Es así entonces como Dios demostró su gran amor (Tito 3:4), sin dejar de ser justo, ya que Dios ha castigado al pecado con todo el peso de su ira, pero lo ha castigado en su Hijo Jesús (Romanos 3:25-26). Cristo ha recibido lo que nosotros merecíamos, no obstante, esa era la única manera para salvar a la raza humana de la perdición eterna, alguien tenía que pagar y morir en lugar del pecador, porque la justicia de Dios, como antes dije, exige la muerte del pecador. Y efectivamente Cristo ha pagado nuestra deuda, cuando dijo: “consumado es” es decir la obra ha sido completada, la deuda ha sido pagada por completo. Ya no se necesitan más sacrificios por los pecados, pues Cristo ha sido el sacrificio perfecto por nuestros pecados.

Entonces Cristo murió, y al tercer día resucitó con gran poder y gloria de entre los muertos, como evidencia y prueba de que verdaderamente Él es El Hijo de Dios, y como señal de su triunfo sobre la muerte y el pecado, ya que su sacrificio perfecto ha satisfecho completamente la justicia de Dios, es decir, ya no hay castigo, ni condenación para los que están en Cristo Jesús, porque Él nos ha librado con su muerte de la ira de Dios, y de la condenación eterna. Y después de haber resucitado estuvo cuarenta días, y entonces subió al cielo, y se sentó a la derecha de Dios, y de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, cuando venga por segunda vez.

«Este es el evangelio que predicamos, este es el evangelio por el cual sufrimos, pero también nos gozamos, porque es suficiente y efectivo para salvar al pecador de la condenación eterna en el infierno».

Es por eso que ahora cualquiera que venga con un sincero arrepentimiento hacia Dios y una completa confianza en Jesucristo, tal cual como un niño de brazos confía en su madre, o un paracaidista en su paracaídas, o una paloma perseguida por un halcón confiaría en la hendija de una roca para salvar su vida, así mismo, Dios puede salvar, y darle el regalo de la vida eterna a todos los que pongan su completa confianza en El Señor y Salvador Jesucristo. 

Oh amigo mío, no dudes más, en venir a tu Salvador para ser librado de las llamas eternas, así mismo como alguien no dudaría ni por un segundo si tuviera la oportunidad de escapar de las llamas devoradoras mientras su casa se quema estando él atrapado en ella. 

Y hoy tienes la maravillosa oportunidad, que otros ya no tienen porque la muerte los sorprendió cuando no la esperaban, y toda esperanza que había, se ha desvanecido. 

Pero tu amigo quien quiera que seas, estás vivo, y se te ha presentado esta extraordinaria escapatoria para ser librado de ese horrendo lugar, ¿acaso dejaras pasar por alto esta oportunidad única que te ofrece el Dios lleno de paciencia y misericordia?

Oh querido amigo, ya seas niño, joven, adulto o anciano “busca a Jehová mientras pueda ser hallado, llámale mientras esté cercano. Deje el impío su camino, y el hombre malvado sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia y al Dios nuestro el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:6-7). 

Hoy es el tiempo favorable, hoy es día de salvación, mañana puede ser tarde, mañana podrías despertar en el infierno. Te ruego que no rechaces este mensaje, si tu rechazas este mensaje y lo continúas rechazando después de haber leído esta boleta, déjame decirte que ya no queda más sacrificio por el pecado, solamente la terrible amenaza del juicio y del fuego ardiente preparado para los enemigos de Dios (Hebreos 10:26-27). 

Así que estimado lector, no dejes pasar esta oportunidad que se presenta hoy ante tus ojos, y huye a Cristo, date prisa no hay tiempo que perder, no dejes que, por unos cuantos placeres y pecados en esta vida momentánea, tengas que pagarlos para siempre en el lugar de tormento eterno. Refúgiate en Cristo, Él es la ciudad segura de refugio, ahí no te alcanzará el terrible castigo que vendrá sobre los moradores de la tierra. 

Terminaré con este versículo “el que cree en el hijo tiene vida eterna pero el que rechaza al hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36) Amen.  

Si alguien después de leer este documento cree que Dios le ha salvado, permítame decirle que su salvación tendrá que ser demostrada con una vida transformada, la evidencia de que su arrepentimiento ha sido verdadero, será demostrada con su obediencia y los frutos que hay en un verdadero creyente. 

La Biblia dice “dad frutos dignos de arrepentimiento”, o “por sus frutos los conoceréis”, y en la carta Primera de Juan 2:4 dice: “El que dice : yo le conozco y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”.

Así que si usted dice que se ha arrepentido y su vida no cambia, no hay obediencia ni frutos, o si usted dice ser cristiano y todavía encuentra satisfacción plena en los placeres y asuntos de este mundo, entonces su profesión de fe es falsa, y por lo tanto su arrepentimiento también ha sido falso. Probablemente lo que usted ha tenido es una mera emoción sentimental, sin abandonar totalmente el pecado. Ese no es el arrepentimiento que Dios aprueba.

Yo os digo que una iglesia puede estar llena de personas que un día repitieron una oración, y tan cierto como el aire que respiro, estar tan perdidas, como el hombre que casi gana la lotería, pero le faltó el último número, así mismo una persona casi salva es una persona completamente perdida.

LA EVIDENCIA DE LA SALVACIÓN NO ES HABER REPETIDO UNA ORACIÓN, LA EVIDENCIA DE LA SALVACIÓN ES UNA VIDA TRANSFORMADA QUE DURA TODA LA VIDA.

Si usted quiere ser un seguidor de Cristo, y quiere aprender más sobre Él, o está en busca de una iglesia bíblica, nosotros estamos dispuestos a enseñarle, así que no dude en comunicarse con nosotros, porque la misión de la Iglesia de Cristo es: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura, el que creyere y fuere bautizado será salvo, más el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15-16)

Y en otra parte dice: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20)