Vamos a predicar en los parques, en las plazas, en los lugares públicos. Eso está bien, pero, ¿Cuál va a ser tu mensaje? ¿Qué vas a decir? ¿Cuál va a ser tu proclamación?
ARREPENTÍOS Y CONVERTÍOS
«Arrepentíos y convertíos» es el mensaje central en la proclamación evangelística del Nuevo Testamento. Este llamado a arrepentirse y convertirse aparece repetidamente en los mensajes de Juan el Bautista, Jesús, los apóstoles y en la práctica de la iglesia primitiva. A continuación se presentan algunos ejemplos bíblicos clave que demuestran la centralidad de este mensaje en la proclamación evangelística:
- Juan el Bautista:
- Mateo 3:1-2: «En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.» Juan el Bautista comienza su ministerio llamando al arrepentimiento como preparación para la venida del reino de Dios.
- Jesús:
- Mateo 4:17: «Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.» Jesús inicia su ministerio público con el mismo llamado al arrepentimiento que Juan el Bautista, enfatizando su importancia.
- Marcos 1:14-15: «Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.» Jesús combina el llamado al arrepentimiento con la fe en el evangelio, mostrando que ambos son esenciales para entrar en el reino de Dios.
- Pedro:
- Hechos 2:37-38: «Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.» En el día de Pentecostés, Pedro llama a la multitud al arrepentimiento y al bautismo en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados.
- Hechos 3:19: «Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.» Después de sanar a un hombre cojo, Pedro llama a la gente al arrepentimiento y a la conversión para la remisión de sus pecados y la recepción de bendiciones de parte de Dios.
- Pablo:
- Hechos 17:30-31: «Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.» Pablo predica a los atenienses sobre la necesidad universal del arrepentimiento debido al juicio venidero.
- Hechos 26:19-20: «Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.» Pablo testifica que su mensaje a judíos y gentiles es el mismo: arrepentimiento y conversión a Dios, demostrando la autenticidad de su fe a través de sus obras.
- El Llamado General de la Iglesia:
- Lucas 24:46-47: «Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.» Jesús, después de su resurrección, instruye a sus discípulos a predicar el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando en Jerusalén.
Estos pasajes muestran que el llamado al arrepentimiento y la conversión es una parte esencial del mensaje evangelístico. Arrepentirse implica un cambio de mente y corazón, una vuelta de los pecados hacia Dios, y convertir implica un cambio en la dirección de vida, volviéndose a Dios y a su voluntad. Este mensaje es fundamental para la predicación del evangelio, ya que prepara a las personas para recibir el perdón de Dios y entrar en una relación transformadora con Él.