
Jesús enseña que hay responsabilidades tanto hacia el gobierno como hacia Dios. La iglesia aprende que debe obedecer las autoridades civiles sin comprometer su lealtad a Dios.
Mateo 22:21 dice:
«Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.» (RV60)
Este pasaje es parte de la respuesta de Jesús a los fariseos y herodianos que intentaban atraparlo con la cuestión del pago de impuestos al César. Su respuesta ofrece principios fundamentales para la iglesia hoy:
¿Qué nos enseña el Señor?
- El equilibrio entre obediencia civil y obediencia a Dios
- Jesús reconoce la legitimidad de las autoridades terrenales, pero establece un límite: hay cosas que solo pertenecen a Dios.
- La iglesia debe someterse a las leyes civiles (Romanos 13:1-7) mientras no contradigan la ley de Dios (Hechos 5:29).
- El reconocimiento de la soberanía de Dios
- Si las monedas llevan la imagen de César y deben ser dadas a él, ¿qué hay de los seres humanos creados a imagen de Dios (Génesis 1:26-27)?
- Esto implica que la iglesia y cada creyente pertenecen a Dios y deben vivir para Él (1 Corintios 6:19-20).
- El discernimiento frente a intentos de manipulación
- Los fariseos y herodianos querían entrampar a Jesús, pero Él discernió su hipocresía (Mateo 22:18).
- La iglesia debe tener sabiduría para no caer en debates políticos o sociales que desvíen su misión principal: el evangelio (2 Timoteo 2:23-24).
- La mayordomía y la responsabilidad de los creyentes
- Los cristianos deben ser responsables en sus deberes civiles (como pagar impuestos), pero sin comprometer su lealtad a Dios.
- Esto incluye ser buenos ciudadanos y al mismo tiempo recordar que nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20).