En que consiste el Pacto de Membresía

En que consiste el Pacto de Membresía

¿Suena extraña esta palabra? Hágase expresa o implícitamente, cada iglesia tiene su compromiso de membresía donde la persona que es recibida a ella adhiere o rechaza. No es una idea nueva, iglesias reformadas que honran la iglesia han tenido compromisos y pactos de membresía muy fuertes a través de los siglos y por ello iglesias fuertes. Finalmente conozcamos o desconozcamos, Dios si espera que los miembros se comprometan con la iglesia al reconocer que la obra de Cristo ya los introdujo a ella.

La iglesia es el fruto de la gracia soberana de Dios y por esto afirmamos que «Dios en Su Soberana Gracia nos ha concedido el arrepentimiento de nuestros pecados y la fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.» También debemos afirmar que la iglesia es el fruto de la gracia soberana de Dios en el contexto de la salvación por y a través de Cristo lo cual implica una afirmación clara de nuestra alianza a Cristo tanto, públicamente declarando nuestra alianza total a Él como nuestro Profeta, Sacerdote y Rey, pues ya hemos hecho esta alianza interiormente. También con gozo sublime debemos hacer este pacto como iglesia para adorarle y andar en amor Cristiano para la gloria de Cristo, la Cabeza de Su Cuerpo, la Iglesia.

Al haber estudiado cómo el confesarnos cristianos tiene grandes repercusiones grandes en la  participación del creyente en la Iglesia, se pone en nuestro corazón la pregunta ¿Qué importancia le doy a la iglesia en la práctica? Vamos a emplear para esta parte un compromiso, un pacto como punto de partida para dar una exposición bíblica sobre la importancia práctica de la iglesia según las Escritura. Estos votos o compromisos, son los que todos los miembros de la Iglesia tienen y al cual todos deberíamos procurar conformarnos.

A causa del pecado en la iglesia hoy hemos tenido que hablar de miembros inactivos o de miembros no comprometidos. Déjeme decirle algo a la luz de las Escrituras, o es miembro o está inactivo. O es miembro o no está comprometido. Ahora, en general y basados en las Escrituras ¿Cuál es ese compromiso que hemos hecho como miembros de iglesia?

Nuestro compromiso bíblico se puede resumir en 8 puntos básicos. Hablo en general, pues cada iglesia podrá resisar algunos de estos asuntos. Hablo de puntos que rigen (o deberían regir) cada iglesia local, sea nueva o vieja, independientemente su ubicación o época. No dependen de nada pues son basados en la Palabra de Dios. ¿Cuáles son estos puntos?: Mantener una adoración bíblica, congregarse con regularidad, honrar el ministerio de la Palabra, someterse a las ordenanzas de Cristo, acatar la disciplina eclesiástica, no descuidar la adoración e instrucción tanto privada como familiar y ser luz en el mundo con el testimonio y por la proclamación del evangelio a otros.

  1. MANTENDREMOS LA ADORACIÓN PÚBLICA DE DIOS DE ACUERDO A SU SANTA PALABRA.

Le recuerdo que ser seguidor de Cristo implica directamente nuestra lealtad a adorarlo. Pero como estamos hablando de compromisos eclesiales, nos centraremos en este punto a la adoración pública, es decir, cuando nos reunimos como iglesia. Este enunciado es bastante claro por sí mismo, sólo deseo enfatizar su significado comunitario. Decimos “mantendremos” y el compromiso es congregacional – cada uno de nosotros y todos unánimes.

Quizá alguna vez alguno de nosotros no esté de acuerdo con cierto aspecto de nuestra adoración pública, pero si la Palabra ha sido predicada claramente y la iglesia en conjunto recibe tal instrucción, nuestro compromiso no es buscar que “mi opinión sea tomada en cuenta” sino en buscar humildemente ser de una misma mente y corazón. Dios y solo Dios nos dice como adorarle, y lo hace en Su Palabra; no por tradición, ni confesiones, ni experiencias, ni sueños, ni visiones ni preferencias personales.

En Ef. 3: 20 – 21: «Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.»

Al final de su oración Pablo pide que Dios manifieste Su gloria – ¿Dónde? ¡En la iglesia! Es en la iglesia donde se manifiesta la gloria de Dios. La iglesia continúa existiendo aunque no estemos congregados, pero el hecho es que son los servicios de la iglesia en el día del Señor cuando la iglesia se congrega para adorar públicamente a Dios según Su Palabra, cuando Dios es glorificado.

  1. HONRAREMOS LA PREDICACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS.

Aquí usamos la palabra «honrar» en el sentido en que atendemos a la predicación de la Palabra, tanto al oírla como al obedecerla. Podemos ir a Santiago 1:22 «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.» Pero realmente creo que necesitamos considerar las palabras de Pablo en 1 Tes. 2:13, nuestra versión aquí no nos ayuda mucho, porque Pablo usó dos verbos diferentes (casi sinónimos) pero la RV60 los ha traducido ambos con el verbo «recibir». Noten el cambio en LBA:

«Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis.»

Es la recepción de la Palabra predicada aceptándola como es en verdad la Palabra de Dios. El primer verbo («recibir») habla de la transmisión con autoridad del evangelio. No tenemos tiempo de ver las otras veces que Pablo usa el mismo verbo pero les aquí están las referencias: 1 Co. 11:23; 15:1, 3, Gal. 1:9, 12, Fil. 4:9, 1 Tes. 2:13, 4:1 (LBA), 2 Tes. 3:6. El segundo verbo («aceptar») habla de la fe con la que se escucha el evangelio predicado. De manera que nuestra promesa tiene que ver con la recepción de la Palabra predicada aceptándola con fe porque es la Palabra de Dios.

Volvemos al punto, honrar el ministerio de la Palabra de Dios, es más que venir a escuchar las predicaciones. Es honrar todo el ministerio de la predicación de la Palabra de Dios. Aquí usamos la palabra “honrar” en el sentido de atender, someterse y anhelar la predicación de la Palabra. El creyente debería estar todas las veces que se enseña o predican las Escrituras en la iglesia.

Es la recepción de la Palabra predicada aceptándola con fe porque es la Palabra de Dios. Una de las marcas de una vida espiritual fría es que empieza a objetar la predicación de las Escrituras y a criticar el mensajero. Seguramente no hay predicadores perfectos, pero se ve que personas se lanzan contra el predicador y sus objeciones son contra la Palabra de Dios. Hermanos hemos de mostrar mucho interés, amor, devoción, humildad por este ministerio. La predicación nunca debe ser sustituida por programas, actividades, cantos etc. Este ministerio es sagrado y hay que tratarlo como tal.

  1. NO DEJAREMOS DE CONGREGARNOS SINO QUE NOS ENTREGAREMOS A NOSOTROS MISMOS EN LAS REUNIONES DE LA IGLESIA.

La esencia de la iglesia es estar reunidos, de eso se trata. No hay iglesias a distancia o virtuales. Congregarnos es más que asistir a la iglesia, eso lo puede hacer un carnal. Congregarse implica tanto regularidad como entrega. Ahora, si nos hemos comprometido a mantener la adoración pública de Dios de acuerdo a Su Santa Palabra entonces no dejaremos de congregarnos, pues eso es lo que Dios nos ha ordenado. Congregarse es un compromiso que hemos adquirido como miembros de Cristo. Deseo remarcar que la iglesia basada en la Palabra de Dios y en dirección de los pastores, decide la regularidad adecuada y eso viene a ser ley para nosotros.

Hb. 10:19-25: «Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquél día se acerca”.

¡Cuando nos congregamos entramos al Lugar Santísimo! ¿Podemos ver la gloria de la iglesia?

Sin embargo, en este aspecto, se contemplan asuntos providenciales que nos pueden impedir congregarnos muy esporádicamente, pero el principio es que debemos evitar abusar de ocasiones providenciales en las cuales seamos estorbados de venir. Debe ser cada vez más raro, que como cristianos no sintamos ganas de venir, y debe ser igualmente más raro cada vez que sintamos mayor inclinación a ir a otra parte que venir a los cultos de adoración. El congregarnos implica que la iglesia debe conscientemente separar momentos para la adoración corporativa y para la oración.

No podemos más que prometer igualmente ser fieles con respecto a las reuniones de oración porque esta es una ordenanza también de Dios. El ministerio de la Iglesia y por lo tanto la vida de la Iglesia como congregación y como miembros individuales tiene un énfasis, y este énfasis es en la Palabra y en la oración. Nuestro ministerio y nuestros servicios deben ser consagrados a estas dos actividades principales. Por eso tenemos la prioridad de la predicación, a la cual debemos añadir la prioridad de la oración. En nuestros servicios del día del Señor procuramos tener tiempos de oración y no permitir que el modelo contemporáneo de un énfasis en la supuesta «alabanza» nos robe de ese énfasis bíblico.

Debemos orar los unos por los otros, para la gloria e incremento de la Iglesia, rogando por la presencia de Dios cada vez más en medio nuestro. Debemos orar porque cada vez más el Espíritu de Dios nos conforme a la Imagen de Cristo y nos haga crecer conforma a su estatura. Orar para que Dios guarde su Iglesia y la sostenga para que cumpla su ministerio. También oramos por la Iglesia de Cristo en general para su aumento, edificación y preservación en la fe.

Al mismo tiempo, como iglesia hemos puesto aparte una hora en medio de la semana – no porque la Biblia nos mande a que nos reunamos los miércoles a las 7 p.m. a orar, sino porque vemos que orar juntos es una privilegiada obligación de la iglesia – tanto por los mandatos explícitos como por los ejemplos bíblicos. Así que, si hemos prometido cumplir con este aspecto de nuestra vida congregacional, hagamos un sincero esfuerzo ante Dios de cumplir nuestra palabra a Él. Para ver algo de la gloria de la iglesia en sus reuniones de oración leamos estas palabras Hechos 4:23-31.

Especialmente Dios ha querido que la iglesia se reúna para adorar el día del Señor. Si de alguna manera remota, se pudiera excusar que una persona no viniera a demás reuniones, entre ellas no debería estar el día del Señor, eso sí debe ser bien raro y providencialmente corto (a menos que sean trabajos de necesidad y misericordia). La idea no es venir al culto el domingo y luego a lo nuestro. El día del Señor es el día señalado por Dios para que la iglesia se reúna.

Como se dijo anteriormente, es más que asistir, es congregarse, es estar involucrados en cuerpo y alma, entregados a la oración (Hechos 4:23-31), a la adoración, al someternos al ministerio de la Palabra de Dios. Sencillamente no puedes vivir la vida cristiana sin congregarte.

  1. NOS SOMETEREMOS A LAS ORDENANZAS DE CRISTO (BAUTISMO Y LA CENA DEL SEÑOR).

Como iglesia bíblica creemos que solo nuestro Señor Jesucristo dejó solo dos ordenanzas que nos recuerdan el sacrificio de Cristo en la cruz, bautismo y cena del Señor. Este compromiso de  sumisión a las ordenanzas sigue a la sumisión de la Palabra de Dios donde se nos manda ser bautizados y guardar la Mesa del Señor. En el bautismo nuestra unión con Cristo es simbolizada (Rom. 6:3, 4) y en la Mesa recordamos y proclamamos Su muerte y también tenemos comunión con Él (1 Cor. 10:16).

Un creyente no debería rehuir participar de estas ordenanzas. Muchos no han querido ser bautizados porque ‘es un gran compromiso’. Pero si te confiesas seguidor de Cristo, el compromiso ya empezó desde tu nuevo nacimiento y tú estás faltando a él. Otros creyentes no toman la cena, prefieren resguardar y no mortificar su pecado o falta de comunión y dejar pasar la cena. Esto es pecaminoso, pues el creyente debe siempre estar dispuesto a seguir a Cristo en verdad y no solo en teoría.

  1. APOYAREMOS SACRIFICIALMENTE CON NUESTROS DONES Y RECURSOS LA EXTENSIÓN DE LA OBRA DE DIOS EN ESTE LUGAR, SEGÚN NUESTRAS POSIBILIDADES.

Este es tal vez uno de los puntos más obvios que podemos reconocer. Dios en su soberana voluntad ha dotado a sus miembros de habilidades sobrenaturales, es decir, no producidas por su propia naturaleza, sino destrezas dadas por Dios con el fin de edificar a la Iglesia (1 Cor.12:7). Entender estas cosas es muy importante para que los miembros de la iglesia entiendan su responsabilidad con sus dones pues se les demandará su uso legítimo, humildad continua a causa de haberlos recibido y no ganado y se esperará que sean usados para beneficio del cuerpo y no para provecho individual.

Hemos de tener en claro la responsabilidad del ministerio unos a otros (ver 1 Tesalonicenses 5:11,14). Nótese que estos dos versículos encierran un pasaje que trata de la actitud del cristiano para con los ancianos de su iglesia, versículo 12-13, mostrando que el ministerio de cristianos unos para con otros debe servir de complemento a la obra de los ancianos en el contexto de la iglesia local (ver 1 Pedro 4:8-10). El ministerio general de cada cristiano le constriñe a mirar por el bien de los demás, por su ánimo, edificación y amonestación paciente y amorosa. Debemos vigilar el comportamiento los unos de los otros procurando que el pecado no tenga domino de ninguno de nosotros, estimulándonos al obediencia y amonestándonos unos a otros en amor conforme a la Palabra de Dios.

Además de este ministerio general, tenemos también lo que podríamos llamar la responsabilidad de ejercer nuestros dones particulares para bien de todos. Cada miembro tendrá algo que dar -todos tienen de Dios capacidades que cooperarán con el servicio en la Iglesia. Quienes tengan dones aparentemente pequeños, deben ejercerlos al igual que los demás en vez de no hacer nada, lo cual no haría sino aumentar la carga de los otros.

Debido a que muchas veces se piensa que los dones solo son los públicos y visibles, es necesario advertir que gran parte de los dones que el Señor otorga no corresponden al área de lo visible (1 Pd.4:11). Solo algunas personas son llamadas por Dios a la predicación y enseñanza públicas. Los demás creyentes deben rogar al Señor que entiendan su rol dentro del cuerpo de Cristo, sea el que fuera y edificar la iglesia desde sus dones. Nadie debe ver como una desventaja tener un oficio no visible, pues el fin no es ser vistos sino útiles y obedientes. Las iglesias se ven grandemente beneficiadas por el desarrollo de los dones de todos sus miembros. Los creyentes harían bien en repasar Rom.12: 1-12 para ver en general y a manera de ejemplos, todo lo que Dios puede dar a su iglesia.

Otra responsabilidad que Dios ha dado a los miembros de la iglesia, es la de proveer económicamente para lo siguiente: el cuidado del lugar de adoración (Hageo 1:4); el sostenimiento de los ministros de la Palabra (Gálatas 6:6, 1 Timoteo 5:17-18); ayuda a miembros de la congregación que tengan necesidades y carezcan de familiares que los apoyen (1 Timoteo 5:3-8); ayuda a los santos necesitados en otros lugares (Hechos 11 :27-30, Gálatas 2:10); el mantenimiento de misioneros (Filipenses 4:10-16). El Nuevo Testamento no especifica una cifra, pero, si aún bajo la ley (que requería la décima parte) la gente daba más allá de la cuenta, sería difícil entender que bajo la gracia, teniendo aún más que agradecerle a Dios, diéramos menos o con menos voluntad.

  1. ACATAREMOS LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA.

Cuando has venido a ser miembro de la iglesia, no solamente asumes ciertos privilegios sino que también te sujetas a la disciplina y gobierno de la iglesia conforme a la Palabra de Dios. La Biblia enseña que la iglesia no es un club social informalmente unido ni meramente un centro de predicación. La Iglesia local está puesta por Dios para enseñar a los hombres todas las cosas que Cristo mandó. Una iglesia local está caracterizada por la responsabilidad mutua. Dios ha mandado a la iglesia que ejerza una cierta autoridad o disciplina sobre sus miembros para llevarlos a la observancia  de todos los mandatos de Cristo.

En cierto modo todos estamos bajo disciplina de la iglesia local. Al ser instruidos, enseñados, exhortados, animados a conformarnos más bíblicamente. Por otro lado hay una clase de disciplina que es correctiva y se presenta cuando nuestro hermano peca obstinadamente y se ejerce para llevarlo al arrepentimiento. En Mt. 18: 15-22. Tanto el ofendido como el ofensor deben someterse Bíblicamente y llevar el asunto como Cristo lo dijo, no conforme las circunstancias lo indiquen. Aun si fuere necesario se debe aplicar excomunión, pero siempre con el fin de procurar arrepentimiento.

Ningún miembro de la iglesia debería rebelarse contra una medida disciplinaria tomada por la iglesia. Sabiendo todo lo que conlleva una disciplina correctiva, no es correcto que un miembro basado en una disciplina bíblica, altere el orden de la iglesia, ya sea dejándose de congregar, haciendo comentarios despectivos con los miembros de su iglesia o  con los de otras o huyendo a una iglesia que nada sepa de su caso. El creyente verdadero se humillara bajo la poderosa mano del Señor quien lo corrige por estos medios, entrenándolo así para dar abundante fruto de justicia. Por lo que no acatar una disciplina eclesiástica o tomarla sin humildad, no dará los bondadosos frutos que el Señor espera.

  1. ATENDEREMOS LA ADORACIÓN PRIVADA Y FAMILIAR EN NUESTROS HOGARES.

Igual que la iglesia no cesa de existir cuando se despide de la congregación en el día del Señor o en los servicios de oración, la vida cristiana de la iglesia tampoco cesa de existir una vez que entramos en la esfera familiar o individual. Muchas veces tenemos la falsa idea que los principios bíblicos sólo se aplican a la iglesia congregada y que nuestro andar cristiano sólo es importante cuando estamos en iglesia. Otras veces, protegemos tanto nuestra “privacidad” que nos molesta si alguien nos quiere instruir sobre la adoración privada y familiar.

Pero, ¿acaso no es éste un aspecto vital de nuestra vida cristiana? ¿Acaso no es un instrumento de gracia para nuestra salvación y la de nuestra familia? ¿De qué serviría la instrucción del domingo si la borramos de lunes a sábado? Al ser miembros de la iglesia local, también nos comprometemos a instruir diligentemente a aquellos que están bajo nuestro cuidado. Especialmente hablamos a los padres varones o madres solteras. Pero en general a todo creyente ¡Debes ser evangélico con los tuyos!

Ha sido una de nuestras convicciones, comprobada una y otra vez, que la fortaleza de la iglesia está directamente relacionada con la fortaleza de sus familias, y esta con la fortaleza de la cabeza de ella (El padre de familia). Este punto de nuestra promesa a Dios es, por lo tanto, de suma importancia.

Debemos ser capaces de instruir en nuestras casas a diario a nuestra familia tanto en doctrina como en conducta Bíblica. Dios nos puso como luz, tano colectica como individualmente (Mat 5:14-16). La iglesia está directamente relacionada con la fortaleza de sus familias, y esta con la fortaleza de la cabeza de ella. Este punto de nuestra promesa a Dios es de suma importancia. Uno de los pasajes más importantes de la Escritura de la vida devocional familiar

Dt. 6:4-7: «Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.»

Así que debemos andar en santidad, piedad, humildad, amor tanto en privado como en nuestros hogares. Debemos buscar apartarnos de lo mundano y animar a otros a hacerlo así. No debemos ser unos en la iglesia y otros en privado sino que nuestra vida piadosa debe ser real en todo lugar.

  1. SEREMOS LUZ EN EL MUNDO Y LLEVAREMOS EL EVANGELIO GLORIOSO A OTROS.

Creo que recordamos uno de esos pasajes emblemáticos de la iglesia al definirnos como ‘linaje escogido, real sacerdocio…’ (1 Pd. 2: 9) ¿Con que fin? Tenemos un compromiso eclesial, como cuerpo (vosotros sois), no solo de ser evangélicos sino evangelisticos. Proclamar el evangelio a otros no es optativo, no es de un grupo de evangelismo dentro de la iglesia, es parte de lo que es ser iglesia. No necesita ser erudito, bachiller, hombre o mujer para compartir las buenas nuevas, necesita ser cristiano y si lo es tiene ese compromiso sobre usted específicamente.

Hace parte de nuestro pacto de membresía el obedecer a la Palabra de Dios ¿Verdad?, dijimos que nos comprometeríamos a hacer todo de acuerdo a las Escrituras y que honraríamos el ministerio de la Palabra de Dios. Pues evangelizar se encuentra bajo este marco. No estoy sugiriendo que todos deben tener una forma unificada de hacerlo, pero si todos tenemos una tarea unificada. No estoy diciendo que todos debemos mostrar resultados iguales, pero si un propósito igual. Cada miembro de esta iglesia debe ser tan celoso en los puntos anteriores como de este.

VOTOS DE COMPROMISO FRENTE A LA IGLESIA LOCAL

Hermanos que hoy formalizan su membresía en la Iglesia local, ya han comprendido que el carácter cristiano desarrollándose en sus vidas repercute directamente en el concepto y participación de ustedes como creyentes en la Iglesia.

Al ser la iglesia fruto de la gracia soberana de Dios, afirmamos que «Dios en Su Soberana Gracia nos ha concedido el arrepentimiento de nuestros pecados y la fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

También afirmamos públicamente nuestra alianza a Cristo declarándole como nuestro Profeta,  Sacerdote y Rey, habiendo hecho esta alianza interiormente.

También con gozo sublime recordamos este pacto que hemos hecho como Iglesia Local para adorarle y andar en amor Cristiano para la gloria de Cristo, la Cabeza de Su Cuerpo, la Iglesia.  De esta forma vamos a pedir que frente a esta asamblea de creyentes, hagan este voto también.

Hermano (a) se compromete ante Dios y esta Iglesia Local a:

  1. Mantener la adoración pública de Dios de acuerdo a su Santa Palabra.
  2. Honrar la predicación de la Palabra de Dios.
  3. No dejar de congregarse sino que se entregará a sí mismo en las reuniones de la Iglesia.
  4. Someterse a las ordenanzas de Cristo (Bautismo y la Cena del Señor).
  5. Apoyar sacrificialmente con sus dones y recursos la extensión de la obra de Dios en este lugar, según sus posibilidades.
  6. Acatar la disciplina eclesiástica con humildad.
  7. Atender la adoración privada y familiar personalmente y en su hogar.
  8. Ser luz en el mundo y llevar el evangelio glorioso a otros.

Los animamos en el Señor a adelantar en su obra todo aquello que promueva la unidad y el amor en el vínculo de la paz, para que en todo Cristo sea glorificado. Extendemos una voz de ánimo rogando a Dios que también encuentren en nosotros hermanos fieles en la fe que anhelan su edificación y gozo Como ven ser parte de la membrecía de una iglesia es un asunto serio y de responsabilidad con Dios.

 

Leave a comment